TRAS LOS PASOS DE GEORGE PEREC

Me acuerdo de la tortilla de patata que hacía mi abuela, sobre todo porque ya no me la puede hacer.

Me acuerdo del olor a limpio que tenían sus sábanas de lino cuando iba a verla en verano.

Me acuerdo de cuando me despertaba su canario a las 8 de la mañana después de una noche con algún que otro exceso.

Me acuerdo del exceso que más me gustó.



Me acuerdo mucho del beso que me dio Pedro en un rincón oscuro del Calabuch porque yo era pequeña y no debía vernos nadie.

Me acuerdo de las risas en ese mismo Calabuch con los Cañeros y de los buenos consejos que me daba el gran Litri.

Me acuerdo de la primera vez que fui en moto y de cómo le clavaba los dedos en la cintura a Rafa.

Me acuerdo de lo bien que nos lo pasábamos muchos años antes Ainhoa, “Peta”, Felipe, “el Cascarra” y yo jugando al bote.

Me acuerdo del frío que pasé la noche que me escapé para ir a las fiestas de Canicosa.

Me acuerdo del día que se ahogó un niño en la piscina municipal y después ninguno de nosotros quiso volver allí.

Me acuerdo del ramo de flores que Juli me mandó a Inglaterra y por supuesto no se me olvida la cara de boba que puse al verlo en la mesa de la cocina.

Me acuerdo también de que Alan me dijo “Si quieres llamarle, esta vez no hace falta que sea a cobro revertido”.

Me acuerdo de cómo me gustaba jugar con su gato negro.

Me acuerdo del gesto de sorpresa de Fer cuando muchos años después le regalé otro gato negro del que me había enamorado cuando se lo vi a Silvia.

Me acuerdo muy bien de lo que pasó después.

Me acuerdo del día que dije que me iba a hacer lesbiana porque no podía soportar más los desplantes de Flavio y los que eran como él.

Me acuerdo de la tos nerviosa que le entró al hermano de Flavio, que yo no había visto porque le tenía detrás.

Me acuerdo del silencio que se hizo a continuación.

Me acuerdo de cuando me reconcilié con él y me acuerdo de que a los 3 meses le dejé.

Me acuerdo de la última vez que le he visto.

Recuerdo que supe que había sido la mejor decisión.