2 de septiembre de 2008

HE VIOLADO UNA LEY FEDERAL (Ruta USA #5)

He violado una ley federal: he mangado dos libros de la Prisión de Máxima Seguridad de Alcatraz, en el Estado de California.
Fotografía © David Rodríguez
Ha sido sin querer, lo juro por Al Capone. Yo estaba hojeando la guía de comportamiento de la cárcel y ojeando los precios de todos los demás libros. Y partiéndome con los objetos kitsch por los que se pirran los gringos. Delantales con código de barras presidiario, imanes con normas carcelarias, tazas con imágenes de presos famosos, camisetas con los créditos de “El hombre de los pájaros”. Y he parado la vista sobre un montón de catálogos, desde pocos céntimos de dólar, queriendo elegir uno que fuera suficientemente representativo para comprar un recuerdo.


Entonces, un vigilante negro de 2 x 2 y con una voz gravísima a juego, ha declamado tal que un celador cabreado “Alcatraz’s gonna close, please proceed to the front door, thank you ladies and gentlemen, please come back soon”. Y mis amigos me han tirado de la manga, “corre, que se nos va el ferry”. Yo quería echar un último vistazo, esta gente siempre tarda un poco en cerrar las atracciones turísticas desde que dan el último aviso. Pero Silvia ha insistido, “en serio, es el último” y David “hace un frío que pela y lo de quedarnos encerrados aquí… me da la risa”. Así que he mirado y remirado los dos que tenía en la mano, buscando el precio para pasar por caja, hasta entender que no tenían y tranquilamente meterlos en mi mochila. He saludado al gigante de uniforme al pasar, pensando si animarle a presentarse a alcaide o mejor no tentar a la suerte con bromitas europeas.

Cuando estábamos callejeando el recinto para salir, casi los últimos, he soltado muy ufana:
- Qué majos estos tíos. Con eso de que es una Reserva de Aves Marinas y un monumento nacional, hacen lo que sea para promocionarse. La verdad es que este libro está curioso.
Sólo he tenido que ver la cara de ambos para entender que algo no iba bien.
- ¿Pero al final te ha dado tiempo a comprar un libro?
- No, éstos eran cortesía de la casa, como los catálogos.
- ¿Qué catálogos? Me extraña que aquí regalen nada…


Efectivamente. Apoyados en la cubierta del barco, hemos rebuscado y ahí estaban, DENTRO de las tapas, dos etiquetas clarísimas de $9,99 y $5,99. Para no creérselo. No sabía si reír o esconderme. Menos mal que ellos sí me han creído.

Jaimón no ha podido acompañarnos a esta ruta, así que dejaré los libros en su casa para expiar mis culpas. Espero que le encanten las fotografías aéreas de la isla y la colección de reglamentos. Porque volver para entregarme, no pienso hacerlo. Que me perdone Robert Stroud.


Aquí dejo una perla para compensar:
“Bienvenido a Alcatraz. Tienes derecho a alimento, ropa, cobijo y atención médica. Cualquier otra cosa que consigas será considerada un privilegio.” (U.S.P. Alcatraz, Rules and Regulations)
Le tenía que haber comprado a mi madre un imán para la nevera. Aunque no sé si mi hermano captaría bien la ironía del otro lado del charco.

4 comentarios:

  1. :-DD Cómo me he reído con tu anécdota, Elisa. Nada que ver con mangar sin querer un catálogo de Ikea ;-)
    Me gustó tu blog.
    Salud.

    ResponderEliminar
  2. Revángel, me alegra haberte contagiado la risa que me dio a mí (después de, claro).

    Y muchas gracias por los ánimos, qué bien que estás también por aquí (sigo tus comentarios a Enrique). Me pasaré por tu blog :-)

    Un abrazo (aún avergonzado)

    ResponderEliminar
  3. Ajá, asi que cometiendo delitos en la cárcel de alta seguridad. Eso si que es un privilegio ;)
    Ah, porque no cuelgas alguna foto. Besos.

    ResponderEliminar
  4. Jajaja... tengo varios gigas, pero el artista es mi carcelero y no quiero mezclar arte con mis desvaríos ;-) Te parece una mini dosis con cada post? :-)

    ResponderEliminar

(Deja tu loncha):