11 de marzo de 2009

SALIR DEL ARMARIO

Tengo tres amigos gays. No es que quiera ir de liberal ni mucho menos hacer demagogia, pero estoy encantada de haberles conocido. Porque son buenos amigos y punto, con todo lo que eso conlleva.
Pero es que además me aportan una perspectiva del mundo distinta a la mía, ¿no es eso un lujo adicional? Hablo concretamente de tres hombres, cada uno de ellos en su línea, que expresan su homosexualidad en distintas vertientes. Uno con bastante pluma, uno más seriote pero delicioso en sus formas, uno directamente un payasete adorable. Con éste último, masculino donde los haya, más que algunos de mis amigos hetero, salía bastante a menudo cuando vivía en Madrid. Y aparte de reírme con él como con nadie, de mantener las charlas más místicas que se puedan imaginar, e incluso de espetarle en una ocasión la tremenda atracción que me producía (candidato fallido), lo más extraordinario era cuando se ponía ligón. Más de una vez hemos llegado a coincidir en nuestras preferencias, hasta el punto de gustarnos el mismo tío en un bar, y acabar haciéndole un repaso visual devastador para después insinuárnosle ambos, con el consiguiente descoloque del susodicho. Por no mencionar los consejos geniales que me dio cuando tuve que dejar a mi novio de entonces. Lo mejor, esa sensación de estar hablando con una amiga, pero no, porque era la percepción de un macho. Y ese punto de vista diferente que me ofrecía, durante años me ha ayudado a comprender mejor a los hombres, lo cual se agradece con estos tiempos que corren de incomunicación entre géneros.


Sólo tengo una amiga lesbiana. Bueno, dos si contamos a su pareja, a la que también conozco. Pero nunca hemos hablado del tema. De todos los demás, horas y horas, pero nunca de su opción sexual. Y es una pena, porque le tengo un cariño especial y me molaría que nos hiciéramos confidencias. Seguramente me podría enseñar un montón de cosas interesantes y me podría mostrar a las féminas desde otro ángulo. Y también con seguridad nos echaríamos unas risas comentando episodios del pasado con una óptica alternativa.
Supongo que lo más difícil sería dar ese primer paso, abordar yo misma la conversación y preguntarle a una de ellas, como quien no quiere la cosa, qué le parece el último corte de pelo de su suegra, por ejemplo. Pero creo que ni siquiera en su entorno más cercano han salido del armario y no me gustaría crearles ningún malestar. Una verdadera lástima, porque son dos mujeres cojonudas, divertidas y profundas a la vez, y me pregunto si su pequeño secreto les restará algo, si les hará reprimirse conmigo, con todos nosotros. O quizá no, quizá sea sólo una desazón mía y ellas no sientan ninguna necesidad de expresarse más allá, al igual que yo no voy contando en facebook mis preferencias en la cama. Pero desde mi reducido campo de visión, considero que no se trata sólo de hablar de sexo, sino de sentimientos, de enfoques, de opciones de vida. Y para mí siempre resulta enriquecedor disertar sobre las relaciones humanas, sobre todas las relaciones humanas.
Nunca he querido romper su silencio, por respeto a su intimidad y a sus reservas. Sin embargo, hace unas pocas noches soñé con ellas. Y, perfectamente nítido, recuerdo el diálogo más relajado y sincero de la historia, en el que una de ellas me explicaba: “No te he dicho nada en todo este tiempo porque daba por supuesto que tú te imaginabas lo nuestro. Además, siempre te has comportado con tal naturalidad con mi chica, que no pensé que hiciera falta comentar nada”. Pues sí, a mí al menos sí me hace falta expresarlo. Las dos se merecen ser libres y espero que, a su manera, la que ellas decidan, lo sean.


No sé. Me hablan las amigas en sueños. Será que mi subconsciente me está enviando algún mensaje, para que me relaje y no le dé más vueltas. O será que esta vena de pseudo escritora me hace perder la noción de realidad por momentos. O será, más bien, que las personas somos así. Tan amigos y a veces tan desconocidos.

1 comentario:

  1. Es la escritura la que da esta comedura de tarro. Te lo digo yo que también lo padezco. Besitos.

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