25 de junio de 2008

AUTORRETRATO BLOGUERO A DESHORAS

Soy una mujer en proceso de cambio. Y, por eso, me río de mí misma siempre que hace falta un poco de seriedad, que suele ser muy a menudo. Así que voy a intentar definir, más que a mi persona, este pequeño momento de búsqueda, sabiendo de antemano que pudiera ser complicado entenderme.


Dicen que soy comercial, pero hace ya un tiempo que no me siento a gusto dentro de esa camisa. Así que voy a lanzarme a buscar mi camino entre idiomas. La comunicación desde Babel tiene mil posibilidades de mejorarse y quizás pueda echarle una mano al mundo... o el mundo a mí.

La cuestión es que llevo media vida dedicándome a lo que, al parecer, mejor sé hacer. Y de repente, a mis 34, me despierto un día y me pregunto qué hago aquí realmente. Y me pongo a indagar en todas las webs de autoayuda, a bucear en las decenas de libros de crecimiento interior que han ido apareciendo por casa, a bombardear a los amigos en plena crisis de los cuarenta… Y nada. Ya sabemos que estas menudencias nos pueden llevar toda una existencia (o varias).

Y entonces se me ocurre que las respuestas interesantes requieren preguntas bien enfocadas. Así que quizá no se trate de buscar inmediatamente otro trabajo, sino de averiguar para qué sirvo y qué quiero conseguir de ahora en adelante. No puedo empezar a caminar sin saber hacia dónde debo dirigir mis pasos.

  

Las respuestas a veces llegan con un envoltorio imprevisible. Una amiga reciente, muy reciente aunque re-conocida, me sugiere una tarde que dé salida a mi creatividad con alguna actividad artística, porque el bloqueo creador no me permite escuchar a mi intuición. Le digo que no, que lo de la creación no va conmigo, que no se me da bien nada artístico. Aunque bueno, pensándolo bien, bailar siempre me ha gustado y no se me da nada mal, será por el buen oído, ése que me echa un cable también con los idiomas. Y me dice que entonces me apunte a alguna clase de salsa, o algo que me vuelva loca, que me haga vibrar. Y pensando en otras cosas que me apasionen, de pronto me doy cuenta de que la escritura tampoco me abandona, aunque yo no me quiera enterar, aunque no considere literatura mis textos, aunque hace siglos abandonase el Taller de Escritura de Madrid por motivos laborales, aunque me resista a dar voz a esos seres imaginarios que me rodean cuando menos me lo espero…

Vaya. A escribir y a bailar. A ver si reajusto la máquina de hacer preguntas y de ese modo me llegan más pistas.

Se aceptan sugerencias. Y críticas, muchas críticas. Lo mejor que intercambio con mis amigos de fuera del papel, son los espejos en los que ellos y yo nos reflejamos. Os transcribo un post que dejé el otro día en el blog de Enrique Páez, en la entrada que hablaba de las secuelas de aquel Taller, alumnos que se han convertido en profesores, alumnos que ahora son escritores premiados. Creo que describe mejor lo que quiero decir:

“¡Vaya lujazo haber tenido ese montón de compañeros que ahora escribe profesionalmente! Si ya sabía yo que no todos lo vivíamos como una aventura literaria, a más de uno se le quedaba pequeña la clase...

Yo sigo en el intento de “alejarme” para que mis textos no circunden mi ombligo (todavía te agradezco el consejo, Enrique). Pero aunque no terminé de aplicarme esa lección, sí tuve una experiencia mucho más enriquecedora, la de aterrizar entre un manojo de personas inimaginablemente variopintas que compartían sin pudor sus entrañas. No sé si me impactó más: a) saber que leeríamos nuestros propios relatos, b) escuchar -por primera vez- críticas sin tapujos, o c) entender que en la escritura definitivamente no hay fronteras, que puede unir a mentes tan tan tan diferentes… antes incluso de bajar a La Musa ;-) Supongo que esas cañas nos ayudaban a asimilar, por ejemplo, que era realmente aquella niña rubia y menudita quien acababa de sacarnos a todos de contexto con un cuento erótico. La misma que en el bar volvió a esconderse tras sus gafas de tímida y pidió un mosto sin atreverse a mirar al camarero. Está claro que en nuestro interior también habitan varios personajes.

Sin duda lo que me enganchó, como siempre, fue encontrar otros seres en los que reflejarme. Para aprender más. Eso quizá no forme parte de la literatura, pero es un valioso regalo.

Gracias a un magnífico profesor. Y gracias a vosotros, espejos vivientes.


La primera vez que escribí algo que no fueran deberes escolares o cartas a amigos distantes tenía 16 años y un chico a quien reprocharle que no se decidiera a besarme. Al cabo de unas semanas acabó haciéndolo, pero por supuesto, nunca se lo dejé leer. Desde entonces, os podéis imaginar la de cosas que han podido salir de esta excéntrica cabeza. Pero casi ninguna con calidad literaria, ni argumento elaborado. Quizá sí con profundidad o estética, pero eso no lo es todo, así que aquí estoy. De vuelta al Taller.

Mi trabajo actual me obliga a viajar. Eso es un poco regular para entrenar una disciplina literaria, pero a cambio se trata de una fuente increíble de inspiración. A veces me da por escribir en los hoteles o tomando un café al salir de una reunión con algún cliente. Si hay una idea pujando por salir y no tengo cerca una mesita plegable de las de avión, acabo insertando pensamientos inconexos en la grabadora del móvil. Pero si puedo elegir, desde luego la magia me la dan una pluma y un cuaderno. En cualquiera de los casos, tengo que esperar a mi vuelta, deshacer la maleta, volver al tajo, sacar un hueco para pasarlo al mundo electrónico y por último darle forma, así que me lleva su tiempo. Pero lo importante es seguir intentándolo, aunque sea “a mi bolilla”, como dice el gran Enrique.

Quiero escribir. Y voy a escribir. Cueste lo que cueste.

2 comentarios:

  1. «A escribir y a bailar» suena muy bien :-)

    Deberíamos quedar todos los que escribimos a bailar un día de estos (cuando vuelva yo por aquí ¿eh?, que si no, me va a dar envidia).

    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Of course!!! Todos los que escribimos... e incluso aceptamos a quien se apunte, aunque no escriba!!! Yo con tal de bailar...

    Diles, diles a los colisteros...

    Pero eso sí, te esperamos, que tú eres muy marchosa :-)

    ResponderEliminar

(Deja tu loncha):